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En la biblioteca comunitaria Violetta; aprendemos más de lo que podemos enseñar

Por: webmasterlocal
Publicado el: Septiembre 2021

“Hace ya mucho tiempo, en una tierra muy lejana, vivía un caballero que pensaba que era bueno, generoso y amoroso. Hacía todo lo que suelen hacer los caballeros buenos, generosos y amorosos. Luchaba contra sus enemigos, que era malos, mezquinos y odiosos, mataba  dragones y rescataba damiselas en apuros…”.

Así inicia Robert Fisher, su relato en la obra ‘El Caballero de la Armadura Oxidada’, considerada no como un libro, sino como una experiencia que deja profundas enseñanzas éticas de sencillez y humildad.

Y qué mejor que traer a colación esta obra, que se convirtió desde hace cerca de diez años, en uno de los textos más solicitados y leídos por los niños, niñas y jóvenes que visitan la biblioteca comunitaria Violetta, que nació por esa época en el barrio Paraíso de Ciudad Bolívar.

A este texto se sumaban otros 29, como ‘Los Amigos del Hombre’ de Celso Román, un cuento en ingles sobre una mona que viaja por el mundo a conocer animalitos, novelas de Mario Mendosa y otros autores y una enciclopedia que motivaron e ilusionaron a un par de jóvenes con la gran idea de ayudar a su comunidad a través de la lectura, la recreación y la cultura.

Se trata de Carlos Eduardo Solano Morales, graduado en educación comunitaria con énfasis en Derechos Humanos de la Universidad Pedagógica Nacional y Leidi Johana Salazar, técnica en idioma extranjero (Ingles) y traductora; pareja que decide no solo casarse, sino poner en macha esa locura que a juntos los ilusionaba.

Él trabajaba como ayudante de artes plásticas en el sector de Galerías y su esposa en una fundación y un instituto como profesora de inglés, pero deciden ante la necesidad que los niños aprendieran inglés, vender la idea, pero, ¿cómo atraerlos?

“A los padres de los niños y niñas vecinas a nuestra casa, les propusimos la idea de las artes por medio de la pintura, pero no les gustó mucho, entonces les hablamos del inglés y lo acogieron de inmediato”, dijo Carlos Eduardo, tras reflejar una sonrisa de satisfacción por los logros alcanzados.

“Empezamos con 9 niños en la sala de la casa dividida por un muro y de propiedad de mi suegra, con cerca de 30 libros y una enciclopedia que recolectamos de una iglesia   católica, que los sacaban para reciclaje, pero les quitaban las pastas y las vendían por kilos. Llegamos a un acuerdo con los recicladores y se las compramos a un bajo valor y nos permitieron escogerlas rescatando novelas, comics y libros infantiles.

Hoy ya contamos con más de 2000 libros, gracias al apoyo de la comunidad y a que en 2015 nos ganamos un estímulo de fortalecimiento a bibliotecas comunitarias de la Secretaria de Cultura. De ahí en adelante hemos gestionado donaciones, que nos han permitido llevar como apoyo a otros espacios”.

Carlos y Leidi inician como profesores y con el paso de los días el grupo llego a cinco, gracias a que algunos jóvenes de 19 años se unen a la causa y ayudan en forma transitoria con talleres y  diseños publicitarios.

Ya conocen los gustos de sus ilustres visitantes, entre estos algunos libros como ‘Tito y Pepita’ de Amalia Low, sobre la forma agresiva como se relacionan los hámster a través de cartas, pero al final se dan cuenta que no son enemigos sino agradables y buenos amigos. Se suma a este título ‘Tito y Pepita El Intruso’, sobre trabajo en equipo y solución de conflictos. En la actualidad se conjuga la literatura con la pintura y los juegos infantiles.

“Nos hemos dado cuenta que aprendemos más de lo que podemos enseñar, gracias a la buena empatía y camarería con todos los papas. Somos familia y como familia trabajamos con los niños que a toda hora quieren aprender, lo que nos lleva a cerrar la calle del frente a la biblioteca, donde salimos a divertirnos con juegos de mesa que mesclamos a partir de la literatura.

A futuro, la idea es ampliar la casa, construir el segundo piso para vivir y dejar la biblioteca en el primero. Queremos tener un salón para primera infancia, un salón para producción de audiovisuales y poder realizar contenidos y videos con los niños”, destaca Carlos Eduardo.

Violetta está al servicio de la comunidad de martes a viernes de 2.00 a 5.00pm. Los martes recibe a los niños de 2 a 7 años, miércoles y jueves de 8 a 14 años que ya saben leer, mientras que los sábados un grupo de niños y niñas entre las 8.00am y las 12.00 del día reciben formación en inglés.

Con personas adultas trabajan los martes en la noche proceso de dibujo y proceso de lectura en forma itinerante, pues se prestan algunos libros para que compartan en familia.

Carlos y Leidi, quienes hacen parte de los gestores de la Red de Bibliotecas Comunitarias, Populares y Rurales de Ciudad Bolívar, agradecen al alcalde local encargado Horacio Guerrero García, por su respuesta y respaldo a esta iniciativa.

“En la inauguración de la Casa de la Juventud le hicimos la propuesta y ya hemos realizado cuatro encuentros con la participación y vinculación de más de 15 bibliotecas, promotores de lectura y una editorial comunitaria, lo que nos ha permitido el reconocimiento y visibilizarnos, posibilitando   los procesos de intercambio de saberes y experiencias a través de procesos formativos y creativos”. Concluyo Carlos.